martes, 6 de mayo de 2008

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Manual para ir a un taller mecánico

Ir a un taller mecánico es una de las experiencias más excitantes y aterradoras a las que alguien se pueda enfrentar. Yo no sé nada de mecánica, pero me encanta ver cómo se arreglan los automóviles ajenos. Calculo que he pasado por lo menos una cuarta parte de mi vida llevando o acompañando a llevar coches a reparar y por eso creo conocer a todas las especies de mecánicos. Ellos no son humanos, parecen engendros diabólicos sabios, capaces de saber cosas que los seres normales nunca comprenderíamos aunque nos lo propongamos, como por ejemplo cambiar la junta de la culata o limpiar un borne, solo para nombrar lo más difícil. Tipos de mecánicos EL MECÁNICO DEL BARRIO Cerca de nuestra casa, siempre hay un "señor" que arregla coches en la calle, generalmente anda medio peo y con un mono de trabajo que una vez fue azul. El color del "señor" nunca nadie lo ha sabido. Presume que para él no hay avería que no pueda arreglar y opina que todos los que arreglaron el carro anteriormente son unos ineptos que nos robaron. El único honrado es él mismo, según él mismo (valga la honradez). Siempre hay algún amigo irresponsable que nos convence de llevar nuestro automóvil con ese ser. Recuerde querido lector que si a su coche lo toca un "señor" de esos, Se jodió para siempre, es como entrar en el mundo de la droga o de la prostitución; no hay vuelta atrás, porque inevitablemente uno se envicia y sigue llevándole el carro a "el señor" a sabiendas de que cada vez queda peor; es más, se lo recomendamos a otros amigos. LOS GENIOS Son señores de tan mal humor que no aceptan que nadie opine del problema que uno sabe que tiene el carro que anda día y noche con nosotros. Uno le dice aterrorizado: “Creo que le está sonando la rueda delantera derecha”. El nos mira con un profundo desprecio y dice que no, que es la caja y que hay que bajar el motor a riesgo de tener que anillarlo, cambiar el árbol de leva, la junta, los pistones y, si sigue sonando, revisar una cosa misteriosísima, la cual nunca he podido saber qué es ni dónde queda, y que se llama tripoides. Si uno es hombre, es peor, por que tiene que dárselas de que entendió lo explicado, por que si no todos los del taller piensan que uno es tonto. LOS SIMPÁTICOS Los que son simpáticos pero no saben nada Estos especímenes son peligrosísimos, porque son amabbles, te brindan café, cerveza, te echan chistes, pero le hacen caso a uno que no sabe nada de mecánica, al revés de los genios. A estos se les dice, por decir algo: “¿No serán los inyectores?”... y zuás, sin pensarlo bajan los inyectores y... no, no eran y para colmo te dicen mientras te brindan una cerveza vete tranquilo que nosotros vamos a seguir desarmando. Cualquier problema te avisamos. LOS MISTERIOSOS Normalmente tienen sus “guaridas” escondidas en tenebrosas carreteras o en recónditos barrios. Estos talleres casi siempre los cuida un perro negro, sarnoso y bravo. "Tranquilo señor, que aquí se trabaja a conciencia, legal y muy bien... ¿a que si Paco?", y por allá debajo de un carro de dudosa procedencia contesta Paco: "los mejores de la zona" LOS TALLERES OFICIALES Son talleres muy bien montados. Cuando uno llega casi no te dejan hablar y todo lo que hablas te lo va anotando una secretaria en el ordenador. Mientras uno más habla más caro te sale. Te dan café y te mandan a sentar en una salita donde hay revistas y musiquita relajante. Allí te encuentras a otras personas con caras asustadas igual que uno. Al rato te llaman por un altavoz con una voz sensual: “Señor Miguel...señor Miguel... favor pasar por la rampa número tres”. Nos movemos a la rampa número tres como si fuéramos al patíbulo o a un funeral. Allí está tu coche con el capó y todas las puertas abiertas, rodeado de hombres pulcros de batas blancas y azules, diciendo que no, con la cabeza cada vez que ven cualquier pieza de nuestro automóvil. Al parecer estos son los mejores mecánicos, porque son una combinación maléfica de todos los anteriores. A los mecánicos les choca que el cliente esté allí mientras ellos arreglan el automóvil. Por eso en un taller donde fui una vez pusieron el siguiente letrero "Las únicas personas que trabajan con el cliente encima son las prostitutas". La próxima vez que se accidente su automóvil, no insista, tírelo, es menos estresante y más barato. Nota: Si el cliente de un taller mecánico es mujer, multiplique todos estos inconvenientes por seis.

Como abrir una botella sin sacacorchos

A quien no le ha pasado alguna vez que ha querido tomar una copa de vino y se ha dado cuenta de que no tiene o se le ha extraviado el sacacorchos, o aun peor, que se le haya roto en pleno proceso de apertura de la botella ese artilugio comprado en el chino de la esquina (este me lo adjudico xD). Pues nada, para ayudaros un poco aquí van una serie de técnicas muy depuradas para hacer salir el corcho en cuestión y poder degustar ese vino que tanto anhelamos. Método Cavernícola: Empujar el corcho hacia adentro con un objeto punzante como un cuchillo, destornillador, o aguja de tejer. El inconveniente es que se puede resbalar el cuchillo y te podés cortar los ganchos. Es poco práctico si después querés guardar lo que sobra, claro, el corcho quedó adentro. Recomendamos aplicar este método con sumo cuidado y tener un trapo a mano para limpiar lo que se chorria. Método The Wall: Envolver la botella con un trapo y golpear el traste contra la pared (El tuyo no, el de la botella). El trapo impedirá que se rompa el vidrio al chocar con la pared. Y a su vez logrará que la presión del contenido sobre el corcho, haga que éste salga hacia fuera. Tengan el teléfono a mano y asegúrense de haber abonado la última cuota de la prepaga. Método Tito Puente: Sentados en una silla, sostenemos la botella entre nuestras piernas. El corcho siempre hacia abajo. Palmada tras palmada el corcho irá cediendo, hasta que nos sea posible engancharlo con los dientes. Método Galeno: Atravesar el corcho con una jeringa y empujar el émbolo hasta que el aire introducido genere una presión tal, capaz de expeler el corcho. Ideal para enfermos de diabetes, alérgicos y heroinómanos que siempre tienen una jeringa a mano. Método Martillo y Colador: Se rompe el pico de la botella de un martillazo y luego se sirve en las copas con un colador. Los más duchos, saben colar los vidrios entre los dientes. No se aconseja frente a damas o niños. Método Haragán para Vinos Blancos: Colocar el vino en el freezer unas 6 horas hasta que el corcho salga sólo por la presión que genera el aumento de volumen de un etílico de baja graduación como el vino. A las 6 horas el corcho estará 95% afuera. Ahora, hay que esperar que se descongele antes de servir. No es apto para paladares exquisitos. Método MacGyver: Ponemos la botella en el freezer unos minutos. La sacamos rápidamente y atamos una soguita embebida en alcohol alrededor del cuello. La encendemos y “vualá”, el pico se desprende como por arte de magia. Se recomienda no tomar de la botella si no querés terminar con la trompa como Piñón Fijo. Método Tu Sam: La botella en el centro de la mesa. Todos de la mano haciendo una ronda nos concentramos para que el corcho salga por telepatía. Obviamente puede fallar
Se aceptan nuevas técnicas y proposiciones, y para abrir botellas de vino también ;)

Las palabras de las mujeres 3ª parte

“Mi vida ya es demasiado complicada” (no quiero que pases conmigo la noche o sentirías las llamadas de teléfono de todos los otros hombres con los que salgo).
“Tengo novio” (prefiero a mi gato y una tarrina de 1 litro de helado Häagen-Dazs). “No salgo con gente del trabajo” (no saldría contigo si estuviéramos en el mismo sistema solar y menos estando en el mismo edificio). “No es culpa tuya, es mía” (es culpa tuya). “Quiero concentrarme en mi carrera” (aun algo tan aburrido y frustrante como mi trabajo es mejor que salir contigo). “Soy célibe” (odio a la gente que huele como si no se hubiera duchado en tres días). “Seamos amigos” (quiero que estés cerca, así podré explicarte todos los detalles de los otros hombres con los que salgo). “Pienso en ti como en mi hermano” (me recuerdas al inútil del Carlton). “Hay una ligera diferencia de edades” (no quiero hacerlo con mi PADRE). “No me atraes de esa manera” (no dejaría que ni mi PERRO te tocara).

Como darle una pildora al gato

1 - Tome al gato y acúnelo con su brazo izquierdo como si estuviera sosteniendo a un bebé. Posicione los dedos índice y pulgar de su mano izquierda para aplicar una suave presión a las mejillas del gato mientras sostiene la píldora con la derecha. Cuando el gato abra la boca, arroje la píldora dentro. Permítale cerrar la boca con el fin de que trague la píldora. 2 - Levante la píldora del suelo y al gato de detrás del sofá. Acune al gato en su brazo izquierdo y repita el proceso. 3 - Traiga al gato del dormitorio y tire la píldora baboseada a la basura. 4 - Tome una nueva píldora de la caja, acune al gato en su brazo izquierdo manteniendo las patas traseras firmemente sujetas con su mano izquierda. Fuerce la apertura de mandíbulas y empuje la píldora dentro de la boca con su dedo corazón. Mantenga la boca del gato cerrada mientras cuenta hasta diez. 5 - Saque la píldora de la pecera y al gato de encima del armario. Llame a su esposa, que se encuentra en el jardín. 6 - Arrodíllese en el suelo con el gato firmemente sostenido entre sus rodillas. Mantenga las patas traseras y delanteras quietas. Ignore los gruñidos que el gato emite. Pídale a su esposa que sostenga la cabeza del minino con una mano mientras le abre la boca con una regla de madera. Arroje la píldora dentro y frote vigorosamente la garganta del gato. 7 - Traiga al gato del portarrollos de la cortina. Traiga otra píldora de la caja. Recuerde comprar una nueva regla y reparar las cortinas. Barra cuidadosamente los trozos de figuras de porcelana y póngalos aparte para pegarlos luego. 8 - Envuelva al gato en una toalla grande y pídale a su esposa que lo mantenga estirado, con sólo la cabeza visible. Ponga la píldora en una pajita de gaseosa. Abra la boca del gato con un lápiz. Ponga un extremo de la pajita en la boca del gato y el otro en la suya. Sople. 9 - Verifique el prospecto para asegurarse de que la píldora no es dañina para seres humanos. Beba un vaso de agua para recuperar el sentido del gusto. Aplique apósitos a los brazos de su esposa y limpie la sangre de la alfombra con agua fría y jabón. 10 - Traiga el gato del tejado del vecino. Tome otra píldora. Ponga el gato en el armario y cierre la puerta sobre su cuello, dejando sólo la cabeza fuera del mismo. Fuerce la apertura de la boca con una cuchara de postre. Arroje la píldora en su interior con una bandita elástica. 11 - Vaya al garaje a buscar un destornillador para volver a colocar la puerta del armario en sus bisagras. Aplíquese compresas frías en las mejillas y verifique cuándo se tomó la última dosis de vacuna contra el tétanos. Meta la camisa que tenía puesta en la lavadora y tome una limpia del dormitorio. 12 - Llame a los bomberos para bajar al gato del árbol de la calle de enfrente. Pida disculpas a su vecino, que se estrelló contra su reja tratando de escapar del gato furioso. Tome la última píldora de la caja. 13 - Ate las patas delanteras del gato a las traseras con una cuerda. Amárrelo firmemente a la pata de la mesa de la cocina. Busque guantes de trabajo pesado. Mantenga la boca del gato abierta con una pequeña palanca. Ponga la píldora en la boca seguida de un gran trozo de carne. Mantenga la cabeza vertical y vierta medio litro de agua a través de la garganta del gato para que trague la píldora. 14 - Haga que su esposa lo lleve a la sala de emergencias. Siéntese tranquilamente mientras el doctor le venda dedos y frente, mientras le sacan la píldora del ojo. En el camino de vuelta, deténgase en la mueblería para comprar una nueva mesa. 15 – Haga un arreglo con una oficina inmobiliaria para comprar una nueva casa para el gato y llame al veterinario para averiguar si tiene algún hámster para vender.

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