
- Faisán respondió el confesor.
Desde ese día el confesor era invitado a comer y cenar a la mesa del rey, pero siempre le servían el mismo plato "faisán".
Una tarde el rey le pregunto al confesor si estaba satisfecho de su hospitalidad.
- Claro que si majestad, pero si me lo permitís, empiezo a estar un poco harto de faisán.
El rey lo miro fijamente y le dijo:
- No me dijisteis que era lo que mas os gustaba del mundo y que era el plato más delicioso, pues ahora sabéis lo que me pasa a mí con la reina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario